miércoles, 5 de noviembre de 2008

Emociones pinceladas II

El amor es complicado. Y a todo el mundo, tarde o temprano, le llega el momento de enamorarse. En mi opinión, el amor no existe, es una mezcla de sensaciones que a veces afloran en mayor o menor grado. De esas sensaciones, muchas de ellas también las sientes por amigos, amigas, familiares, etc. y no hablamos de amor entre dos personas desconocidas en un cierto momento. Pero aun así, es algo que merece la pena, porque de todo se aprende, y del amor, también y muchas cosas.

Puede ser que por decepción, desilusión, odio u otras sensaciones negativas. También por felicidad, sorpresa, cariño... De todo se saca una conclusión, para bien o para mal. Es duro mantener una relación "perfecta" en todo momento, pues para ello siempre se deben de cumplir muchos sentimientos, por parte de las dos personas. Una de las cosas que machacan a las parejas son los celos. Celos, celos, celos y siempre celos. Posesión. Obsesión. Desconfianza y, finalmente, decepción. Lo peor que puede sentir una persona hacia otra es decepción. Porque la posesión se calma con estar a lado de quien quieres, la obsesión tambíen, la desconfianza en cierto grado; pero la decepción... cuando alguien te falla, y no con eso de una simple manera, pues en realidad, hay muchos tipos de decepción, pero es la que pudre el corazón, hierve la sangre, taladra el cerebro.

Las terceras personas hacen daño. Siempre, por mucho que lo neguemos o no queramos admitir, las personas nos influyen, de una manera u otra. En ningún momento podrás saber todo lo que hace aquella persona a la que quieres, no podrás "controlarla", por eso dependes de las palabras de los demás. "Yo me fío de ella", me decía un colega hace unos días. No me jodas, macho, que hoy en día te la pegan con cualquiera y sobretodo las guapas. Pedimos mujeres con sentido común, sin necesida de correcciones, que nos hagan reír, que sólo nos quieran a nosotros y siempre estén encima nuestra, porque en realidad, los tíos somos simples y nos conformamos con hacernos creer que somos "lo mejor del mundo y lo mejor que me has pasado en la vida". Sólo con eso. Que sufran por nosotros, que lloren en ocasiones que lo sintamos, porque hacemos daño, con la palabra y con los actos. Pero quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, dijo Jesucristo.

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